Panza llena, ¡Corazón contento!

Panza llena, ¡Corazón contento!

Existen muchísimos factores antes de pensar en simplemente dar de comer. Como decía Auguste Gusteau en la tan afamada película Ratatuille, “cualquiera puede cocinar”, ¡Y es VERDAD!

Pero, no hay que quedarse solo con eso, como dije antes, hay otros componentes que hacen a esta profesión un tanto difícil.

Voy a tratar de hacerlo simple y enfocarme en las personas que no son gastronómicas, porque los que nos dedicamos a esto en teoría lo entendemos. Si pensamos en dar de comer en nuestra casa, hay que empezar por el principio: el diseño de uno o varios cocktails, un atractivo menú, unos ricos vinos, una linda sobremesa.

A no olvidarse de una decoración para crear un ambiente agradable y relajado, por mas complejo que esto parezca al final termina siendo divertido.

A diferencia de un restaurant que generalmente uno no sabe quien puede entrar y que gustos tiene, realizar un evento en nuestra casa es mucho más sencillo, normalmente uno invita a su casa amigos, gente afín y en ciertos casos, amigos de amigos que uno no conoce, pero siempre corremos con la ventaja de saber mínimamente sus deleites o al menos tenemos forma de investigar que les gusta y que no tanto.

Nosotros conocemos muy bien la vajilla con la que contamos en nuestro hogar y eso es la mayor ventaja, ya que nuestro menú se reduce a ella. El principio sería una recepción, en el caso de vasos y copas, si no contamos con tanta cantidad de una y otra siempre es bueno apuntar a un cocktail que se ajuste a ese vaso o copa que no vayamos a utilizar durante la cena.

Generalmente se podrían ofrecer dos para tener variedad, uno seco y/o algo amargo y otro más fresco y frutado y hasta con burbujas.

Podemos emplear esas copas de la abuela que no usamos aunque tengan distintas formas pero que sirven para disfrutar de un buen aperitivo y si tenemos variedad, es mucho mejor ya que podemos ofrecer hielo o no a ese cocktail.

Lo mismo pasa con el appetizer o (y esta palabra me encanta) Tentenpié, la utilización de pinchos, pequeñas porciones en cazuelitas o platos gigantes con variadas opciones.

Durante la cena -acá nos metemos en el disfrute- ya sentados alrededor de una linda mesa bien decorada, (no significa llenarla de candelabros, floreros y velas, solo con lindas servilletas, copas elegantes, diferentes vasos, saleros y pimenteros y por supuesto un delicado mantel, ya estaríamos), recuerden que menos, es más; lo que importa es, naturalmente, la comida.

Una presentación sobria, no minimalista, enfocarse en el todo y no por separado es mucho más sencillo. Carnes al horno, vegetales a la plancha, salsas simples pero todo con mucho sabor, bien salpimentado y con la cantidad justa de hierbas y especias. Al picante lo dejamos en algún recipiente separado pero hoy ya es un ingrediente más que hay que tener en cuenta en cualquiera de las preparaciones.

El vino es un acompañante obligatorio.

Al rosado y los blancos secos los podemos servir en el aperitivo, acá entra en juego un Chardonnay con algo de madera y/o tintos, que haya pasado al menos unos 6 meses en barrica. Esto nos da margen para poder maridar con cualquier tipo de carne o algún pescado algo graso. El ofrecimiento de ambos vinos es un detalle amable, de esta manera no incomodamos a algún comensal que no conozcamos a decir, por ejemplo, “disculpe, pero no me gusta el vino tinto”, cada uno decide y seguimos dándole comodidad a nuestros agasajados.

El postre no es lo mismo que la sobremesa, pero a veces es bueno mezclarlos.

Lo clásico sería que alguien vaya hasta la cocina, busque nuestra preparación dulce y se lo ponga frente a nuestros invitados “obligándolos” a comerlos, si veníamos haciendo las cosas bien, sigamos así.

El postre, además de ser algo dulce para comer, puede ser algún licor, vino dulce, whisky, cognac o hasta un puro, este gran cigarro si lo acompañamos con alguna bebida acorde es una sobremesa genial.

Las infusiones y el café vienen muy bien también para asentar este gran banquete.

Si resumo todo lo que ofrecimos quedaría así, unos ricos cocktails y algo para picar, una cena contundente con vinos acorde a esa comida sobre una mesa delicada, diferentes opciones de postres y lo más importante, muchas carcajadas y conversaciones amenas. Y nos iríamos a casa diciendo, “Roberto, la pasamos muy bien, la semana que viene lo organizamos en casa”.

Recuerden siempre disfrutar lo que hacen con amigos.

¡Salud!