Una década de disfrute junto a Carta Abierta - Leo Saracho

Una década de disfrute junto a Carta Abierta - Leo Saracho

Por Leo Saracho

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Hace diez años escribí mi primera nota, todavía recuerdo la ansiedad de ver mis palabras impresas, de pensar si lograría transmitir el aroma de un plato, la textura de un vino o la atmósfera de un viaje.

Desde entonces, mes a mes, el periódico se transformó en un puente entre mis experiencias y los lectores.

En este tiempo, escribí sobre nuestra gastronomía patagónica: el cordero al asador que se cocina despacio pero sin pausa mientras el humo se impregna en la ropa, las truchas con un vuelta y vuelta y apenas un toque de sal, pimienta y un buen oliva, traté de describir a que sabe la carne de Guanaco, novedosa para algunos pero con mucha historia para esos arrieros que recorrían largas travesías y en gran medida era su único alimento.

Intenté que cada descripción llevara al lector hasta la mesa, que pudiera sentir el calor del fuego, imaginar el primer bocado o que entendiese que tan complejo es el obtener ese gran producto.

También hubo viajes. Caminé mercados de Asia donde lo exótico se siente en el aire antes de probarlo, degusté las famosas tapas en las calles de España con una copa de Rioja en la mano, me dejé sorprender por sencillas pastas en Italia que dicen más que mil palabras.

Cada destino dejó un sabor que pretendí retratar en papel, como si el periódico pudiera ser una bitácora de viaje que se comparte en comunidad.

La coctelería tuvo siempre lugar especial, me abrió muchas puertas. Escribí sobre clásicos que nunca pasan de moda, como el Dry Martini o el Old Fashioned, y también sobre mezclas modernas que encontré en barras de muchas ciudades del mundo.

Siempre me fascinó la historia detrás de un cóctel, quién lo prepara, cómo lo sirve, en qué lugar se toma. Porque un buen trago no es solo un conjunto de ingredientes, es un momento, un escenario y una compañía.

El vino, claro, fue un protagonista central en mi vida gastronómica, soy sommelier gracias a esa curiosidad incansable que tengo por saber más.

Conté sobre los Malbecs patagónicos que hablan de nuestro viento y nuestra tierra, sobre los Torrontés que sorprenden con su frescura y su inigualable perfume, y sobre vinos de otros países como Grecia, Hungría, Alemania, etc.. Siempre ambicioné que el lector pudiera imaginar el color del vino en la copa, el aroma fugaz y el sabor al primer sorbo. El vino no se describe solo con palabras técnicas, se cuenta con recuerdos, con paisajes, con charlas compartidas.

Detrás de cada nota hubo también un proceso. Elegir el tema, investigar, probar, anotar sensaciones, buscar las palabras justas para que el lector casi pudiera estar allí.

Hubo noches de escritura después de un servicio largo, mañanas de correcciones con el pulido final de los detalles, y muchas veces la emoción de recibir un mensaje de alguien que había leído la columna y me contaba que se había sentido parte del viaje.

Hoy, al mirar hacia atrás, veo más que artículos publicados, veo diez años de crecimiento personal y profesional.

Escribir en Carta Abierta me dio la oportunidad de ordenar mis experiencias, de aprender a observar mejor lo que como y lo que bebo, de poner en palabras aquello que muchas veces se siente pero cuesta describir.

En esta nota, que intenta resumir 10 cortos años, quiero agradecer a Fer por confiar en mí y darme este espacio durante tanto tiempo. A los lectores, que mes a mes me acompañaron, que siguieron mis relatos desde El Calafate hasta otros rincones del mundo. Y a todos los que, de alguna manera, fueron parte de estas historias, cocineros, bartenders, viajeros, amigos.

Diez años parecen mucho, pero la sensación es que esto recién empieza. Porque mientras existan nuevos sabores por descubrir, vinos por descorchar y destinos por recorrer, habrá también notas por escribir. Y yo seguiré compartiéndolas en estas páginas, con la misma pasión con la que comencé aquel primer artículo en Carta Abierta.

Gracias, Gracias, Gracias y a seguir disfrutando de la vida. ¡SALUD!