Se consolida Escuela de arqueros infantiles

Se consolida Escuela de arqueros infantiles

En el mes de abril de 2022, mientras observaba partidos de las inferiores en la localidad, Gustavo Castañeda comenzó a gestar una idea: enseñar aquello que consideraba su pasión deportiva.

“Desde los 11 años juego al fútbol en esa posición, no lo hice de manera profesional pero fueron varios años de experiencia en los tres palos”, inicia el diálogo.

Desde los 11 a los 20 en Calingasta, San Juan, pruebas en Talleres de Córdoba, presencia en equipos de Reserva de Buenos Aires, hasta 2008 en que arriba a la primera de Gendarme Amarilla en El Calafate y desde hace más de 8 años defiende el arco en veteranos de Esperanza.

Todo se inició con una pregunta a sí mismo: si podría transmitir lo poco o mucho que sabía a otros, en este caso, niños.

“La familia estuvo de acuerdo, comencé a buscar lugar con el objetivo de inculcar conocimientos deportivos pero también valores.

“Hice un afiche, lo difundí por whatsapp y para mi asombro los padres comenzaron a comunicarse y me decían que los chicos necesitaban de ese espacio. Ese fue un gran impulso, luego conseguimos los materiales necesarios, el lugar (complejo Los dos Pinos) y arrancamos”, agrega.

Chicos y chicas desde los 6 a los 17 años formaron parte del grupo que se mantuvo muy estable durante el año, con mínimas deserciones.

“La escuelita está abierta para todos, trabajamos mucho sobre la personalidad, que sepan que es un puesto muy sacrificado, somos la última oportunidad que queda y que no se deben bajar los brazos por un resultado o por los gritos que llegan de la tribuna”.

Para Gustavo esta experiencia también le genera un gran aprendizaje, nunca había entrenado a niños y sus apuros, sus ganas, retroalimentan la práctica.

“Respeto sus tiempos, trato de que se sientan cómodos, que tengan el material necesario, el aplauso ante el acierto y la corrección amigable de los errores. Hay quienes llegaron sin conocer como adecuar su cuerpo y su postura y en pocos meses se los ve diferentes, con más seguridad y personalidad. Hay que mejorar, siempre se puede más, trabajar los deportivo pero además lo físico”, acota.

Gustavo se hizo presente en las canchas cuando los arqueros disputaban algún encuentro para sus respectivos equipos y eso le permitió apreciar en el terreno el funcionamiento de cada uno de ellos.

“Es un compromiso asumido, no es solo venir los viernes y entrenar, hay un grupo de whatsapp con los padres en el cual les pedía me avisen días y horarios en que jugaban, sea futsal o cancha grande, los observaba y eso lo charlábamos después para mejorar. Ellos me veían atrás del arco alentándolos, con algún precalentamiento, se sintieron muy contenidos y yo también cuando eran ellos los que me venían a ver atajar a mí”, dice y sonríe.

A mitad de diciembre pese a que los deportistas no lo querían hubo una pausa en los entrenamientos y una reunión de cierre donde compartieron una cena con las familias.

“Está en marcha la organización de una pretemporada, la idea es que aquellos que se quieran sumar lo hagan, recibimos una invitación para viajar a Río Gallegos que no se pudo concretar por los costos pero quizá si se pueda realizar este año. Vamos a seguir creciendo, acompañándonos entre todos cada vez que jueguen. Son muy unidos, hemos festejado cumpleaños  y eso también es lo que buscamos, que sean buenas personas más allá de ser o no figuras en un partido.”

Gustavo destaca también que durante el mundial se habló mucho de los arqueros y de su importancia en el juego, de lo cual el Dibu Martínez fue un claro ejemplo.

“Nunca se nombró tanto esta posición como ahora, siempre la atención estaba puesta en otras posiciones. Eso aporta nueva energía, quizá motiva a otros a ir al arco, aceptar el desafío”, concluye.