¿Quién controla la calle?

Reiterados choques en horarios marginales, robos que en algunos casos son registrados en imágenes y otros que no porque hay barrios que no cuentan con esa tecnología, las procedimientos que se hacen eternos y los damnificados consiguen la información antes que la policía pero no pueden hacer nada con ella salvo cuidarse de otra manera, la justicia se mueve tan lentamente que las citaciones a los testigos a veces se entregan en horas de la tarde del mismo día en el que se debían haber presentado por la mañana.
Las redes multiplican el malestar, los medios, los sucesos acontecidos, los perjudicados se muerden en la impotencia, los vecinos intentan encontrar por sí mismos las soluciones que muchas veces el estado, garante de su seguridad, no le puede dar.
En las últimas semanas el video del robo en un local de la calle Julio Argentino Roca desencadenó el hartazgo de los comerciantes de esa zona ubicada a pocos metros de la avenida del Libertador, en pleno centro de la ciudad.
Las imágenes muestran claramente la rotura de una vidriera y el ingreso de una persona que a los pocos segundos huye con el producto de su fechoría. No fue un hecho ocasional, para nada.
En esa misma cuadra fueron al menos cinco los comerciantes que sufrieron situaciones similares desde comienzo de año, y ya hay casos en los cuales sus propietarios se alternan para dormir en el local por temor a vivir otra vez la experiencia, pero ¿qué podría suceder si el intruso estuviera armado? La desesperación a veces lleva a tomar decisiones que podrían tener peores resultados.
Probablemente desde lo estadístico el número de delitos no sea relevante, pero cada caso sí es significativo para quien lo padece, por el perjuicio económico y los traumas que genera en lo personal, y eso no se contempla en los mencionados registros.
Algunos comerciantes se ven obligados a buscar alternativas que les permitan atenuar el impacto de estos hechos, planifican la compra e instalación de más cámaras de seguridad de alta tecnología para poder realizar acercamientos y distinguir con mayor nitidez a los delincuentes.
Rejas, cámaras, medidas de seguridad que insumen erogaciones importantes que quizá solo sirvan para poder apreciar en vivo el momento del suceso, y para poco más si no está articulado un mecanismo de actuación en forma inmediata de las fuerzas de seguridad en el preciso instante de la consumación del delito.
“Nuestras propias cámaras dan cuenta que son casi inexistentes los patrullajes en vehículo o a pie en este sector de la ciudad”, se queja uno de los afectados.
Se sienten expuestos y desprotegidos, y algo de eso hay, tanto que al parecer ni siquiera la cámara oficial en una de las esquinas funciona como debiera, según afirman.
La seguridad es una tarea en la que todos debemos involucrarnos pero la absoluta responsabilidad en la investigación, esclarecimiento y penalización está en manos del estado.
Articular esfuerzos puede ser valioso, pero en algún momento tiene que haber consecuencias, más temprano que tarde, para que la sociedad no viva angustiada ante la posibilidad de perder aquello que tanto le costó conseguir con su esfuerzo y trabajo o salir lastimado física o emocionalmente.
La puerta giratoria sigue dando vueltas…
Fernando Goyanes
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