Bucea en el pasado con la mirada en el futuro

Bucea en el pasado con la mirada en el futuro

A Berni Roil el aislamiento forzado le fue propicio para el reencuentro con múltiples imágenes tomadas por su abuelo Walter, muchas inéditas, algunas de las cuales comparte desde el face de Instantes Patagónicos.

Con tiempo y si te sobran ganas, las cosas fluyen de otra manera. La madrugada lo encuentra sumergido entre negativos, fotos y filmaciones que en muchos casos, ni siquiera sabía que existían, pero lo esperaban allí.

La cuarentena le permitió a Berni Roil profundizar en el ordenamiento y sistematización de un archivo histórico que todavía cuenta por perlas por descubrir.

Como sucede en estos casos, típica Ley de Murphy, la computadora principal dejó de funcionar y mientras la reparaban, las primeras dos semanas con otro equipo de menor complejidad, se dedicó a la transcripción de datos registrados por Walter Roil en múltiples carpetas en las que detallaba puntillosamente cada imagen tomada.

“Empecé a transcribir los libros donde mi abuelo anotaba la fecha y el nombre del retratado, son 37 biblioratos con la información de alrededor de 150.000 retratos, y en esos quince días recién  logré pasar 7000”, comienza el diálogo con Carta Abierta.

(Primer retrato tomado por Walter Roil. 17 de noviembre de 1934, el apellido de la niña era Paz)

Berni sueña con que todo este trabajo que demanda horas y horas de dedicación, pueda en algún futuro ser capitalizado por la sociedad, sería su legado, así como su abuelo le dejó el suyo.

“Mi ilusión es escanear todos esos negativos de retratos con sus correspondientes identificaciones: nombre, apellido, fecha, y crear algún tipo de aplicación donde la gente pueda poner el nombre del tatarabuelo y aparezca la foto, ponele. El material está, lo que se necesita es tiempo para digitalizarlo porque si no la búsqueda es china. Mi padre la hacía cuando alguien se acercaba al local y le decía más o menos en que década se había tomado la foto su familiar, él la buscaba por los biblioratos, una locura, pero lo hacía”, recuerda.

(Fotografía inédita. Costa de Río Gallegos, sin fecha exacta, se presume de 1950)

De todas maneras, aunque parezca aburrida, en esta instancia también hay disparadores que motivan el interés, como las acotaciones que Walter escribía al margen de algunos nombres de los retratos. ¿Alguna en especial que recuerde? Si.

“En los primeros libros había algunas muy interesantes, en el nombre de una fulana,  al margen y escrito en alemán decía burdel. Son negativos que aún no están localizados, pero sé que hubo señoritas que hacían fotos eróticas para repartir luego entre sus clientes, para indignación de mi abuela, pero bueno, mi abuelo cumplía con su laburo”, acota.

Los negativos de los retratos en un 99,5 por ciento están en Río Gallegos porque Berni no tiene  espacio físico en El Calafate donde albergarlos.

“En los primeros años eran placas de vidrio, imagínate el lugar que ocupa todo eso, son de una calidad extraordinaria, y en algún momento me los tendré que traer” añade.

Esta es quizá la parte más rutinaria del trabajo, leer y escribir, para la que seguramente en el futuro requiera de algún colaborador para poder dedicarse a aquello que lo entusiasma: revisar y escanear negativos.

“Le fui dando  prioridad a las tomas de paisaje urbano y situaciones colectivas como desfiles militares, eventos, etc. De lo que hay en casa ya pude procesar un ochenta por ciento, sin contar lo familiar que es muchísimo y lo estoy salteando, salvo algunas que son lindas desde la composición”, detalla.

(Incendio del Hotel Santa Cruz, 1947)

Si bien avanza sobre lo más antiguo, hay mucho material de los años 70 que está digitalizando y compartiendo porque dice y con razón, para mucha gente eso ya es nostálgico.

Aunque muchas de las imágenes de El Calafate son referenciales y conocidas, se lamenta que en realidad, sea muy poco el material disponible de aquel pueblito, pero también puede explicar el motivo.

“Me da algo de pena no tener más material de El Calafate, quizá pueda aparecer, pero en aquellos años era un lugar muy muy chiquitito y es como que cuando mi abuelo venía para acá pasaba de largo y se iba al glaciar. No era un sitio donde se quedara, por eso las fotos que hay son las típicas que se conocen: el correo en medio de la nada, el hotel de los Amado, material excelente y muy valioso”.

(foto escolar tomada el 14 de marzo de 1946)

Como ya mencionáramos, el escaneado de negativos es lo que más lo entretiene, divierte, y le permite activar la página de Facebook de Instantes Patagónicos - Antigua Fotografía Roil.

 “Quienes conocen el laburo de mi abuelo saben que hay mucho material, pero eso es la punta del iceberg. Lo más fascinante es que me voy encontrando con otro cuya existencia desconocía. Busco y busco, se hace algo adictivo, entro a mirar negativos y se me hacen las tres de la mañana”, parece lamentarse pero en realidad, lo disfruta.

Al face sube las fotos que le parecen más significativas, interesantes, pintorescas o lindas desde la composición.

“Lo interesante es que la gente después en sus comentarios va aportando información histórica que se incorpora a esa imagen. La clave de una foto histórica es su respaldo, el texto, sin eso es solo una imagen que puede ser atractiva, pero si no sabemos quién es el fulano que está en la imagen, cuando se tomó o donde, no pasa de eso”.

(De izq. a der. Walter Roil, Bernhardt y Alberto Helmich. 1944)

Es difícil no sucumbir a la tentación de querer saber que hay en cada caja, en cada sobre, es tan complicado que Berni no se puede resistir.

“Abro una caja y mientras estoy escaneando miro otra y pienso que tendrá y la abro, y así sucesivamente y va quedando un desparramo interesante como si hubiera explotado una bomba”, dice y sonríe.

La fotografía histórica da mucho pie a las reflexiones filosóficas y la cuarentena también.

“Uno se pone a pensar en -y voy a robar el título de una película- la insoportable levedad del ser. Veía una foto de mi tía a sus tres años, ahora tiene 80; en la imagen estaba caminando al lado de un policía y pensaba: este hombre se debe haber muerto hace como cuarenta años, pero por otra parte, esta esa sensación de que a través de la fotografía las cosas y las personas no mueren del todo”.

(Walter Roil y su escarabajo, año 1959)

A Walter Roil se lo conoce por sus fotografías, pero filmar fue otro de los aspectos en los que dejó su registro, su mirada.

Algunas películas muy cortas, precariamente digitalizadas, fueron publicadas en la página; la idea es comprar una máquina especial para hacerlo, hay material muy muy interesante y quizá más raro todavía, porque no era muy común que la gente filmara a final de los años 30. Para que te des una idea, tengo una filmación de mi abuelo yendo a caballo al glaciar del año 1942 o 1944. Predomina lo familiar, él no veía en esto algo comercial, cuando hacia fotos era muy común que la gente comprara como postales para enviar, pero la película no era cosa corriente. En más de una cinta me digo ¡hay, si hubiera girado unos grados más para un lado o para el otro, se podría ver tal o cual detalle! De todas maneras hay cosas muy interesantes, el incendio de LU12, desfiles, festividades, sucesos de ese estilo”.

Más allá de la satisfacción personal que puede generar el trabajar con ese material, en que décadas atrás también lo hizo su abuelo y luego su padre, la repercusión y el alcance en la sociedad y en las redes le llena el alma.

“Cada vez que subo algo, las palabras de agradecimiento de la gente por compartir eso produce un sano bienestar, está muy bueno”, concluye Berni.