Noticias de antaño

Noticias de antaño

Por  Patricia Halvorsen

 Año 1916. La sociedad científica Alemana comenzaba a explorar la zona norte del lago Viedma. Entre sus metas estaba examinar los alrededores del Fitz Roy  e investigar fuertes rumores...

Pocos eran hasta entonces los pobladores de la zona que iban a transitar pero deambulaban variopintos personajes, la mayoría atraídos por la oferta laboral generada por el latifundio francés, presidido por Andrés Bonvalot, que ocupaba  tierras a ambas márgenes del lago; excepto, las del extremo este correspondientes a la sociedad ganadera que brindó el mayor apoyo local a la expedición.

Punta del lago, estaba integrada mayoritariamente por capitales germanos. Entre los pocos pobladores había alemanes aquí y allá. Brodersen, dueño del hotelito homónimo, era alemán; dos de los socios de la estancia, Brohme y  Lezner, eran alemanes y hasta uno de los baquianos resultó ser de origen teutón: un personaje singular que habitaba en las inmediaciones del río de las Vueltas; cerca de los dominios que habían sido del también alemán Fred Otten, el primero que  pobló las tierras que hoy ocupa el pueblo de El Chaltén.

Todavía casi la totalidad de los campos que rodeaban al lago estaban ocupados por la "estancia del Viedma" perteneciente al grupo galo, sociedad que se desintegra poco después y abre las puertas a la radicación definitiva de familias en distintos lotes pastoriles. Hasta entonces, la mayoría de los que andaban por estos lares habían sido trabajadores de la cofradía francesa que empleaba cantidad de mano de obra fija y complementaria. La presencia de muchos obreros fue ocasional y algunos de los que eligieron quedarse recién lograron desarrollar su propio emprendimiento desaparecido ese primer latifundio. 

¿Quiénes eran entonces los habitantes de la zona que hoy ocupa El Chaltén y aledaños en 1916? Veamos, además de puesteros y peones, con quienes se toparon los viajeros por el camino.

A saber por el prolijo relato del líder del grupo, él mismo partió desde el hotel " Punta del lago", propiedad del alemán Alfredo Brodersen, rumbo a la estancia homónima para entregarle una carta de recomendación al Sr. Wijnant, belga, administrador y socio del establecimiento junto con los señores Brohme y Lezner. Hizo el camino en compañía de  un viejo vecino de la región y compatriota suyo, Albert Konrad, un tipo original que vivía en la Patagonia desde hacía más de treinta años y que llevaba el sobrenombre de "Milodón chico" - en relación a sus  actuaciones en la famosa cueva donde hallaron restos de ese animal extinto - Otro extraño personaje de idéntica extracción llevaba el apodo de "Milodón grande", pero esa ya es otra historia.

Konrad era  un antiguo marinero que había acompañado a ilustres viajeros como Nordenskjold, Hauthal y miembros de las comisiones de límites. Un hombre extraño que se presentaba como explorador por afición en misión de descubrir riquezas desconocidas. Lo que interesaba a los expedicionarios era su  amplio conocimiento de la cordillera. Aseguraba haber penetrado en un valle muy largo al norte del Fitz Roy y desde el borde haber divisado el extremo del Océano Pacífico, sin poder continuar por falta de víveres. Ellos ya habían oído esos rumores y, naturalmente, la posibilidad de disipar ese enigma estimulaba su interés.

Sus cabalgaduras apretaron el paso hasta llegar a la estancia del Viedma. Al día siguiente reanudan su marcha y en el trayecto pasan por varios puestos de la compañía: por casas viejas, las antiguas construcciones de Guillermo York; también por el campo del que habían sido expulsados Wilson, Downer y O´Keefe  y, más adelante, por el puesto cercano a la bahía del lago; el del "finado", antes llamado Eduardo y rebautizado por su nuevo morador "Bella vista" por parecerle muy lúgubre el mote. Eduardo Bork, el finado, muerto años antes por consecuencia de una herida de bala, también había nacido en Alemania.

En un nuevo viaje de exploración, Konrad logra confirmar que lo que creía era el Pacífico no era otra cosa que un brazo del lago San Martín.  Su conocimiento de la zona facilitó al grupo la orientación de los puestos más internados en la región.  Por entonces, en las proximidades del Fitz Roy, además del "Milodón chico" y puesteros de la compañía, solo Kachewsky, "el cuadrado", tenía algunas yeguas. Las estancias chicas iban a comenzar a establecerse poco después…